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Menorca, la Bienorca de Mal-lorca.

Actualizado: 16 ago 2022

Después del viaje a Mallorca y la mala experiencia en un lugar donde todo está masificado y pensado por y para el turista, no tenía muchas expectativas en el viaje, pero por suerte erré en mi predicción.

Aterrizo a mediodía y lo primero es recoger el coche, tenía la reserva con Tramuntana Rent a Car, una empresa local y tanto el precio como sobre todo la atención fue excepcional, rápido, muy ágil y sin retención de saldo en la cuenta.

Lo siguiente obviamente es comer, así que abro el mapa y me dirijo al restaurante más cercano que tenía en el mapa, en Cala Torrent. Mi restaurante marcado no estaba abierto ya que era principio de temporada y muy tarde, pero por suerte mi intuición me dijo que al lado, en el Restaurante Cala-mar comería bien y acerté. Me pusieron espárragos con huevo, queso de Mahón y salvichada, que para el que no sepa lo que es, es la salsa que en realidad se pone a los Calcots, que no es romesco como se ha extendido. Lo malo, malísimo, de lo peor, no tenían cerveza menorquina ni balear.

Con el buche lleno visito otra parte del pueblo de Binibeca, Binibeca Vell o Binibeca Vieja, que a pesar de su nombre no es tan vieja como indica.

Es uno de los puntos más visitados de la isla y pude comprobarlo ya que siendo inicio de temporada ya había un par de autobuses del IMSERSO por allí.

Dicen que es el pueblo más bonito de la isla, con lo que yo discrepo muy mucho.

Por el nombre y por el aspecto, podrías llegar a pensar que es un antiguo pueblo pesquero, con sus casas totalmente blancas y sus estrechas calles, pero… Binibeca Vell es una urbanización construida en los sesenta intentando imitar un pueblo pesquero, con lo cual no es viejo, sino que es algo totalmente artificial, eso sí, da el pego.

Siguiente parada So Na Caçana, el primero de los restos talayóticos que visité, que no fueron pocos. Este yacimiento es gratuito y es uno de los menos estudiados. La peculiaridad de este poblado es que tiene tres taulas y eso puede ser porque fuese un recinto religioso que daba servicio a varios poblados. No me entretengo más porque un poco más adelante explicaré todo sobre la cultura talayótica.

De vuelta al coche viajo a Cales Coves o Cala de las Cuevas. Importante saber que hay un parking muy pequeñito, no creo que quepan más de 20 coches ni de broma y que está a unos 15 minutillos andando.

El camino no es gran cosa, pero cuando el camino se abre y ves la cala, con esos grandes acantilados de fondo te quedas sin palabras.

Es una de las calas más masificadas ya que su forma hace que sus aguas limpias y muy tranquilas y por ello un montón de embarcaciones lo tienen como destino.

El nombre viene de las casi cien cuevas que hay excavadas en sus paredes y que se usaban como enterramientos de la edad de bronce y de hierro. Se cree que parte del acantilado cedió y lo que se ve en es solo la bóveda interna.

El uso como necrópolis se abandonó con la llegada de los romanos, aunque los romanos respetaron el significado de las cuevas, no las usaron.

Se cree que más tarde fue refugio de piratas y después de pescadores para guardar sus aperos y descansar.

El último asentamiento fue en los 60, por una comuna hippie que poco tiempo después fue expulsada para conservar estas cuevas y su posterior estudio.

Como curiosidad en las paredes y suelos puedes encontrar caras talladas de las que se desconoce el origen. A simple vista puedes pensar que fueron hechas por los hippies, pero la opción más probable es que sean bastante más antiguas y fuera durante la ocupación hippie cuando se repaso y se modificó.

A la vuelta vi que otro de los puntos de interés no estaba muy lejos de allí y di por hecho que el Camí de Cavalls o camino de caballos me llevaría hasta allí, así que a la aventura.

Este camino de 185 km da la vuelta a toda la isla y se cree que su origen es del S XVIII y su función era recorrer las costas para su vigilancia.

No os esperéis un camino al uso, es más un sendero con algún tramo complicado, sobre todo si vas en bici.

El camino me llevo hasta el núcleo de Cala en Porter y allí desaparece, una vez aquí con el GPS me dirijo a mi destino que era Cova d’en Xoroy, pensando que era una cueva con algún interés geológico o histórico. Ya en la puerta y con las pintas que podría tener alguien que viene de 5 km caminando por acantilados y bajo el sol menorquín, pregunto que era Cova d’en Xoroy y os aseguro que en pocas ocasiones me han tratado con más desprecio, bueno incluso antes de preguntar ya soltó alguna perlita mi amigo el clasista.

Resulta que es una especia de discoteca pija, donde si no tienes la apariencia de poder pagar los 15€ de la entrada no eres bienvenido, ni bien tratado.

Con ese panorama y un poco de rabia desando el camino hacia Cales Coves para recoger el coche e ir a conocer a mis Couchsurfing a Ciutadella en la otra punta de la isla.

Antes de eso pase por Lithica, que es una cantera abandonada con distintas plantas y atracciones, bueno en realidad no lo entendí bien, si es cierto que varias personas de la isla me lo recomendaron, pero mis horarios no cuadraron para la visita.

Por fin llego a casa de mi Couchsurfing, que por cierto es una pasada y también tienen un Instagram de viajes súper recomendable @shortiaventura, Seguidlos. Nos quedó tiempo para cenar, ducha y a dormir que el día fue duro.


El segundo día arranca pronto y el acto central del día era en el Mercadal. De camino paro en Ferrerías, un pequeño pueblo en el centro de la isla rodeado de montañas.

Se cree que el origen de este pueblo fue el asentamiento de un herrero o Ferrer que se situó allí para herrar a los caballos en su ruta de Mahón a Ciutadella.

El pueblo es muy acogedor y todo lo que se dé él me lo conto la gente con la que conversé en el pueblo. Es un pueblo que destaca por su artesanía, tanto en zapatos, como en bisutería y también y hace no mucho por su pan, dato que al ser descendiente de generaciones de panaderos me llamó la atención. Aunque ya solo quedan tres panaderías son famosas en toda la isla y en una de ellas fue en la que desayuné, Forn de Can Marc, también me lleve una barra de pan, ya que justo en frente había una tienda preciosa de embutidos y con eso ya tenía provisiones para lo que pudiera pasar.

Después de un paseo por las calles del pueblo me dirijo a la siguiente parada Es Mercadal.

Allí me encuentro con jeep Safari Menorca y sus guías. El día estaba oscuro y había algo de lluvia, así que nos proponen un itinerario adaptado a las circunstancias.

Pronto te das cuenta que el verdadero valor de esta experiencia no son los coches, ni los caminos, si no el conocimiento que la empresa tiene de la isla y la pasión con la que la trasmiten, todos los datos recabados durante el día de hoy, son conocimientos trasmitidos directamente por jeep Safari

Arrancamos por el camino de Kane, lleva el nombre de su promotor, el gobernador inglés de la isla Richard Kane. Durante la ocupación inglesa necesitaban llevar armas, tropas y suministros desde Mahón a Ciutadella y se juntaba que los caminos locales no estaban preparados y que además pasaban por pueblos en los que los menorquines no los querían. Por ello se hizo un camino paralelo más cómodo y que evitaba los núcleos de población.

Con el tiempo la población menorquina agradeció a los ingleses sus aportaciones hasta tal punto que pusieron el nombre del gobernador al camino y no solo eso, sino que fueron los menorquines quienes lucharon para que, tras la construcción de la carretera, no se perdiera este camino.

Dejamos este camino en Alaior, donde visitamos la iglesia de Santa Eulalia, uno de los templos más grandes de la isla. Construida en marés, se terminó en el S XIV.

Su gran nave se usó para defender a la población de posibles invasiones y también cuenta con un bunker que se usó durante la guerra civil. Durante esta guerra se saqueó y desmanteló totalmente.

Vuelta al Jeep subimos hasta la Pedrera de Santa Ponça. Gracias a esta pedrera o cantera aprendemos varias cosas de la isla.

Lo primeroes que en esta cantera se extrae una piedra de la que ya hablé previamente, el marés, su nombre ya nos indica que algo tiene que ver con el mar y es que es un tipo de arenisca creado por sedimentos marinos.

Al ser arenisca es una piedra muy porosa, lo que hace que sea un suelo muy fértil, en esta cantera incluso podemos ver como las ramas de las higueras se abren paso a través de la piedra.

La mitad sur de la isla es de este tipo de piedra mientras que la mitad norte combina cuarzo y pizarra, eso explica el cambio de paisaje y el porqué de que la mayoría de asentamientos talayóticos estén en el sur, ya que esta parte de la isla tiene más agua y mayores recursos.

Esta cantera estuvo en funcionamiento hasta los años 70 cuando se abandonó por la apertura de la isla al mercado peninsular, mucho más tarde que las islas vecinas, este es el secreto de porque la isla está tan bien.

Menorca fue el último bastión republicano en la guerra civil, todos los republicanos que querían seguir luchando se desplazaron a la isla. Por tal motivo Franco “castigó” a la isla con un bloqueo en el que nadie podía entrar en la isla y por ello no tuvo el desarrollo urbanístico y turístico que tuvieron Mallorca e Ibiza. Ese castigo salvo la isla, sus calas, sus restos talayóticos, su cultura, así que por mucho que le duela al más republicano y aunque fuera sin querer, Franco salvó la isla.

Dentro de la cantera también podemos ver la evolución de las técnicas de extracción, desde las zonas que sacaban con maza y cuñas, hasta las zonas en las que se usó la sierra mecánica.

De nuevo en el coche seguimos el camino encontrándonos dos cosas curiosas. La primera fue una puerta menorquina y los muros de piedra seca. Estos muros que se usan por todo el mundo, son patrimonio de la isla ya que hay más de 11.000 km. Estos muros se cruzan por las puertas menorquinas que tienen como características su material, que es acebuche u olivo salvaje que puedes encontrar en cualquier sitio, lo que las hace económicas, y también su estructura simétrica, ya que diseñaban una hoja y luego cortaban las ramas a la mitad y hacían los dos lados.

La otra curiosidad que nos encontramos fue un caballo menorquín, es una antigua raza de la isla preservada durante el tiempo. Se usa tanto de trabajo como de equitación por su buen carácter y tiene un papel muy protagonista en las fiestas de San Jose en Ciutadella.

Hacemos otra parada rápida en el Barranco d’en Rellotge. Los barrancos son cauces de agua discontinuos, aunque se cree que en la antigüedad siempre contenían agua. Estos barrancos son vergeles y han estado habitados desde la antigüedad, por sus refugios y su facilidad para encontrar agua y comida.

La siguiente visita ya más larga es el poblado talayotico de Torrellisar, seguramente, de los que tienen acceso gratuito el mejor conservado.

Pero ¿Qué son los poblados Talayóticos? Tenemos pocos datos de ellos y tampoco se ha es que se halla investigado mucho.

Se cree que esta cultura tiene influencias egipcias y fenicias por los restos encontrados y a que estos pueblos venían a comerciar a la isla.

Dentro de los poblados solía haber además de las casas de los habitantes, cámaras subterráneas que se creen que se usaban para conservar alimentos, hipogeos o enterramientos y las dos estructuras más características, Las taulas y los talayots.

Los talayots que dan nombre a esta cultura son estructuras de tipo piramidal de tipo ciclópeo, es decir sin cemento o argamasa.

Al no haber mucho estudio sobre esta cultura todo son suposiciones, mientras unos piensas que pueden ser centros religiosos o de sacrificio, otros que creen que su función va más allá y servía para avisar cuando la isla era atacada ya que en la parte más alta se encendía un fuego y comunicaba unos talayot con otros. Esta teoría se ve fortalecida por el nombre que le dieron los fenicios a la isla, Nura que significa tierra de Fuego.

Las Taulas sin embargo, se creen que eran construcciones íntegramente religiosas, son recintos de techo abierto, seguramente para poder observar las estrellas. El muro de alrededor tiene varios sillares, que aparentemente están descolocados pero que en realidad cada sillar coincide con una constelación. La Taula en sí es una piedra horizontal colocada sobre otra similar vertical, bajo ella se han encontrado varias ofrendas y una de las hipótesis es que refleja la unión de la tierra y el cielo.

Otra de las edificaciones típicas es la naveta, algo más moderna, pero no visité ninguna.

Es mediodía y nos llevan a comer a la finca de Sa Nitja, donde nos enseñan sus quesos y su ganado. Además tomamos un picnic con productos de la granja antes de retomar el viaje al punto más al norte de la isla, el faro de Cavallería.

Antes de subir al faro, paramos en un pequeño polvorín desde el que se tiene unas vistas espectaculares de la Isla de Porros. Esta isla no tiene nada que ver con el narcotráfico, porro en menorquín es puerro, pero tampoco se refiere al puerro que se come si no al puerro salvaje. En esta isla hay una necrópolis.

Cerca de este polvorín también hay una cantera de marés de donde se sacó la piedra del faro y justo encima hay una batería de cañones de defensa.

El faro en sí es muy bajito ya que está a 40 metros de altura, está casi intacto desde su construcción en 1857 y fue el primero del norte, luego llegaron el de Punta Nati y el de Favaritx por la peligrosidad de la zona.

Terminamos esta apasionante día con la visita a las playas de Cavallería y Cala Rotja, dos playas de color bermejo al norte de la isla.

Al terminar la visita me acerco a Fornells, el pueblo donde tiene su sede Jeep Safari Menorca.

Fornells a pesar de contar con un templo paleocristiano del S V, durante mucho tiempo fue un puerto desierto. En la edad media se construyó un castillo defensivo y los mismos soldados fueron los primeros en poblar Fornells que poco a poco fue creciendo.

Poco pude ver del pueblo ya que estaba entero en obras, pero es un lugar tranquilo y uno de los lugares típicos donde comer langosta.

Termino el día en busca de la Cova des Colombs o Cueva de las Palomas. Para llegar hay que dejar el coche en el cementerio de Es Migjorn Gran y desde allí caminar hacia un gran talayot que se ve a lo lejos. Dejamos el talayot a mano derecha y seguimos el camino hasta una señal que nos indica el Cami de Cavalls y la cueva. Desde este punto el camino se hace mucho más agradable, sombrio y lleno de vegetación ya que atraviesas un barranco.

La cueva no se distingue hasta que estás prácticamente dentro y eso que es enorme. Con un sentimiento de asombro, miedo y curiosidad entro en la cueva. El anochecer estaba cerca y los ruidos de pájaros y murciélagos en la cueva eran, cuanto menos, inquietantes.

La cueva se cree que se usaba de enterramiento, pero ha sido expoliada y dentro se han hecho refugios para pastores, por lo que no tenemos mucha información. Pero sin duda esta fue una de las cosas más impactantes que vi en la isla.

Sin tiempo para más regreso a casa para descansar y preparar el tercer día.

Empiezo el día en la única cantera de marés que queda en la isla, suele estar cerrada al público pero mis Couchsurfing me dieron unos truquillos para verlo.

La extracción de esta piedra se abandonó en los 70, cuando llegó el ladrillo de península, pero hasta entonces todas las casas se hacían de marés recubiertos de cal.

Tras esta breve para me dirijo a Ciutadella. Puedes aparcar a las afueras y en pocos minutos andando llegas al centro.

Es una ciudad de imagen medieval donde el marés domina la arquitectura. Fue la capital hasta la dominación inglesa que cambio la capital a Mahón por tener un puerto mucho más grande y accesible.

Estuvo poblado desde la prehistoria ya que hay restos de culturas talayóticas, más tarde fueron pasando fenicios, romanos, vándalos, bizantinos, árabes, aragoneses, ingleses, franceses y españoles.

La primera visita fue al mercado, su distribución es curiosa, tiene un edificio central pequeño en el que se encuentra el pescado, justo en frente en unos soportales los puestos de carne y en los bajos de un edificio que rodea al del pescado están el resto de los puestos.

Después del desayuno sigo de visita por la ciudad, lo siguiente en la lista es la catedral, construida sobre la antigua mezquita mayor, es el mayor templo de toda la isla.

Está construida en marés y debido a la distribución de las calles aledañas es muy difícil apreciarla en su totalidad desde un solo punto.

Desde allí y paseando entre varios palacios llegas a la plaza del Born.

Esta plaza rodeada de edificios emblemáticos se corona con un obelisco que recuerda el saqueo y destrucción de la ciudad por los turcos en el 1558, que secuestraron a más de 4000 personas.

Detrás del ayuntamiento tenemos una de las cosas más bonitas de la ciudad, su puerto. Es un pequeño puerto natural, muy limpio pero en el que no caben grandes embarcaciones. Me comentan también que es el lugar ideal para comer mejillones.

Más a las afueras y en el paseo marítimo tenemos el castillo de San Nicolás, que en realidad es solo una torre de defensa pero más moderna y más bonita. Justo delante de ella encontramos un busto de un señor con cara de mala leche que era David Glasgow Farragut, hijo de un menorquín y que fue un almirante estadounidense que obtuvo gran fama durante la guerra de secesión.